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.He estado encomunicación con los míos, pero hemos de asegurar nuestra ventaja para las próximassiete semanas terrestres.Y al mirar Paker, vio como R 391 retiraba modestamente sus manos de su cintura. Mire dijo Paker, bamboleándose sobre la silla de ruedas que habían construidopara R 391.Cuando me he equivocado, puedo admitirlo.O, de todos modos, lo intento.Pero aún no puedo admitir lo emocional.Hizo un vago ademán con la mano ante el robot, y se sentó en el amortiguador deltransporte volante.Una de las mil cosas que había aprendido en aquellos cuatro mesesterrestres, era que se encogía más bien de manos que de hombros.El intentar hacerlocon una mano, era como saltar a la pata coja cuando se quería correr.Una deplorablesensación.Miró al cielo, con su ridículo sol verde, y luego de nuevo a R 391.Sobre suceja izquierda tenía una estría de herrumbre, que para Paker hacía inmensamente mássoportable su rostro, hasta parecer agradable.Lo que deseaba decir era «Le respetaría austed si fuese de la especie que es posible respetar».Mas no pudo decirlo.Ni tampoco era del todo justo.Pero había sentido una necesidadde decirlo, y se le había tornado más perentoria de día en día, desde que emprendieron elcamino por aquel vivero de monstruos, teniéndola siempre en la boca, pero diciendosiempre otras cosas.Así siguió hablando, cuando lo que necesitaba era un buen trago de coñac.R 391 continuó mirándole silenciosamente.Al parecer, aquél era uno de sus días desilencio, a menos de que le plantease algo en forma de pregunta. ¿Por qué no vuelve y ayuda, hombre? dijo Paker, aun cuando no era esto enabsoluto lo que quería decir. No debiera usted preguntar eso tras su exposición de la cultura de Baggin.Cuandodescubrimos este mundo hace trescientos años, decidimos dejarlo solo, de manera quelos de su especie -pudieran ver lo que sucede cuando las formas de vida mecánicas yanimales cooperan.Me decepciona usted, Interventor de Asuntos.Paker quedó callado por un momento, pues aquello le resultaba nuevo.Tras todas susconversaciones sobre el mundo Baggin, el robot retenía aún información, esperando queél le planteara la debida pregunta.El.¡Era bien cierto que no tenía secreto alguno!Miró al firmamento de nuevo, y luego preguntó: Bien, ¿qué sucede? Las máquinas dominan. Pero, ¿y si tomamos precauciones? Somos muy astutos, ya lo sabe. Su especie no puede tomar más precauciones que las adoptadas por losbaggineses.¿Otro recordatorio de que él no había corrido un peligro real atravesando aquel espaciode horas, sin que aquel cerebro gigante tuviera la suficiente discreción de reparar en lahemorragia nasal de un amigo? El había oído ya demasiado al respecto, hacía seissemanas.No estaba seguro tampoco.O el robot podía acaso decir exactamente lo quedecía: uno no podía tomar más precauciones, no cabía la posibilidad.Y eso era verdad.Paker hizo un vago ruido gutural.Que se figurase el robot si aquel sonido significabaestar de acuerdo o no.Probó la otra faceta de la cuestión. La idea general es que usted está poniéndolo todo a contribución para dominarahora. Tal idea es absurda.Soy demasiado cortés como para suponer que usted pudieramantenerla. ¿Mas, suponiendo que así sea?La radio que R 391 había dispuesto comenzó a oírse en la cabina del transportevolante, y Paker dio tres pasos cojeando, y se inclinó sobre la puerta, introduciendo lallave. Aquí, Paker dijo, perplejo por el sonido corriente, cotidiano, de su voz.Estoytransmitiendo.Movió luego el Indicador hasta donde comenzó a brotar un tono largo y nervioso delaparato, y se hallaba dispuesto un manipulador.Erguido y en pie miró al norte, de dondeparecía que iba a venir una nave.Volvió a su asiento en el amortiguador. No queda mucho ya.Bueno, ¿y suponiendo que lo hagan? ¿Qué decidirán ustedessi no intentan derrotarnos? Estoy estructurado contra una suposición tan descortés. Ya me he dado cuenta de que usted puede emplear esa clase de estructura cuandole conviene.El robot quedó callado.¿Pero no era harta respuesta, una vez que se consideraba benévolamente a losrobots? En cuanto uno se percataba de que allí podía estar la cuestión particular.Una vezque se había llegado a examinar detenidamente lo que había pasado. Están ustedes empujándonos dijo.Toda la cuestión de la expansión galáctica,toda la competencia desplegada, es sólo una argucia que ustedes han montado parahacer que sigamos adelante.Para no dejarnos nunca ningún descanso. Los seres animales tienden a exagerar su necesidad de descanso convino R 391. Lo mismo que usted me empujó.Hizo que acampáramos a diez grados de latitudmás al norte de lo necesario.¿Por qué? Porque se figuraba que el frío me tendríatrabajando, en acción.Por eso es que usted me estuvo dominando todo el tiempo.Realmente no era una mala sensación. Paker se levantó, rechinando.Sé tambiénque lo que le alcanzó a usted en las piernas, era premeditado.Seguía usted todavíaempujándome, obligándome.R 391 no dijo nada, y dando unos pasos quedóse mirando a una franja de florestapurpúrea y al cielo abierto sobre ella.De ser un objeto artificial, la razón de la existencia se hallaba en algún lugar exterior.en los otros, en los creadores de uno.Se existía para servirles.Y, en uno mismo, no seera nada.Se necesitaba tenerles a ellos.No se podía originar un propósito no al nivelfundamental , del mismo modo que tampoco se podía establecer una cuestión nueva.Se hiciera lo que se hiciese, su empleo tenía su límite. ¿No fue así? prosiguió.En alguna parte decidieron que estábamos haciéndonosblandos, como los baggineses.El problema era que nos encontrábamos solos en elespacio exterior.Ninguna competencia.Nadie llegaba nunca a nuestra marca, yprobablemente estábamos comenzando también a no superarla.apoyándonosdemasiado en ustedes para nuestra propia comodidad y beneficio.Así, ustedesdecidieron que el mejor modo de servirnos era el establecimiento de alguna duracompetencia. ¿cuánto tiempo hacía que lo había sabido? Hacía mucho tiempo para quevolviésemos a asentarnos sobre nuestros propios pies. Dio la vuelta y se situó dondepodía verle R 391.Creo que lo que deseo decir es que.gracias a Dios, fueron ustedescapaces de decidir.¿Iba a sonrojarse ahora? ¡Maldita sea! Usted me preguntó en una ocasión sobra mis emociones dijo el robot.«Sentimientos» o «sensaciones» sería una palabra más idónea.Creo que podréhacérselos comprender. Me gustaría. No debe pensar en un sentimiento como en algo que sucede en su interior.Sin unambiente, no sentiría nunca nada.Un sentimiento, una sensación, es esencialmente larelación que la propia estructura tiene con su ambiente. Encaje uno o no convino Paker, aunque no estaba seguro de haber comprendidorealmente. Quizás eso es correcto.Pero yo estoy explicando mis sentimientos o sensaciones.Miambiente ideal es matemáticamente semejante al del Sub-universo 13, partiendo deaxiomas evidentes y desarrollándose en un apretado sistema de elevado grado decomplejidad.En tal ambiente, yo sería perfectamente feliz.Paker reflexionó. ¿Y en el ambiente de los seres humanos? preguntó.R 391 sonrió esmeradamente. Entonces, como lo diría usted.Le odio.Y odio también a todos los de su especie
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