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.No interferir� en sus entrenamientos ni en susbatallas, pero alguna vez tengo que aprender.No le ped� que me pusiera en su escuadra, est�intentando intercambiarme en cuanto pueda.Pero nadie me querr� si no s� hacer nada, �no?Perm�tame aprender algo y as� se podr� librar de m� antes y conseguir a cambio un soldado quepueda servirle.Bonzo no era tan est�pido como para que la ira le impidiera reconocer lo que ten�a sentidocuando lo o�a.De todas formas, no pod�a borrar su ira inmediatamente. Mientras est�s en la escuadra Salamandra, obedecer�s. Si intenta controlar mi tiempo de juego libre, puedo hacer que le fr�an.Era probable que no fuera cierto.Pero era posible.Indudablemente, si Ender armaba jaleo,era concebible que Bonzo corriera el riesgo de perder su condición de comandante por interferircon el juego libre.Adem�s, estaba claro que los oficiales ve�an algo en Ender, por algo le hab�anascendido.A lo mejor ten�a suficientes influencias entre los profesores para fre�r a alguien. �Cabrón!  dijo Bonzo. No es culpa m�a que me haya dado esa orden delante de todos  dijo Ender.Pero siquiere, har� como que usted ha ganado.Y ma�ana podr� decirme que ha cambiado de idea. No necesito que me digas lo que tengo que hacer.Bonzo le odiaba, por su generosidad.Era como si Ender le estuviera obedeciendo comohaci�ndole un favor.Con descaro, y sin embargo no ten�a alternativa.Ninguna alternativa.No se leocurrió pensar que era por su culpa, por haber dado a Ender una orden que no era razonable.Lo�nico que sab�a era que Ender le hab�a derrotado y que luego le hab�a pasado la derrota por lasnarices mostr�ndose magn�nimo. Alg�n d�a te pillar�  dijo Bonzo, Probablemente  dijo Ender.Las luces se apagaron y la sirena sonó.Ender entró en el dormitorio con expresión deabatimiento.Derrotado.Irritado.Los dem�s chicos sacaron la conclusión obvia.Y por la ma�ana, cuando Ender iba a desayunar, Bonzo le detuvo y le habló en voz alta: He cambiado de idea, renacuajo.A lo mejor aprendes algo haciendo pr�cticas con tusreclutas y puedo intercambiarte m�s f�cilmente.Cualquier cosa con tal de librarme de ti cuantoantes. Gracias, se�or dijo Ender. De nada  susurró Bonzo.Espero que salgas frito.52 Orson Scott Card El juego de EnderEnder sonrió agradecido y salió del dormitorio.Despu�s del desayuno, practicó de nuevo conPetra.Se pasó la tarde observando los ejercicios de Bonzo e imaginando formas de destruir suescuadra.Durante el juego libre, �l y Alai y los dem�s trabajaron hasta el agotamiento.�Puedohacerlo  pensó Ender echado en la cama, con calambres en los m�sculos.Puedo conseguirlo.�La escuadra Salamandra ten�a una batalla cuatro d�as despu�s.Ender siguió a los soldados deverdad que corr�an al trote por los corredores que llevaban a la sala de batalla.Hab�a dos bandas enlas paredes, la verde verde marrón de Salamandra y la negra blanca negra de Cóndor.Cuandollegaron al lugar donde hab�a estado siempre la sala de batalla, hoy el corredor se divid�a en dos,con la se�alización verde verde marrón indicando hacia la izquierda y la negra blanca negra a laderecha.Otro giro a la derecha, y la escuadra se detuvo frente a una pared desnuda.Los batallones formaron en silencio.Ender se quedó atr�s.Bonzo estaba dando susinstrucciones. A se agarra a los asideros y sube.B a la izquierda, C a la derecha, D abajo.Comprobó que los batallones estaban orientados siguiendo sus instrucciones, y luego a�adió: Y t�, renacuajo, espera cuatro minutos y luego lim�tate a atravesar la puerta.Ni siquierasaques la pistola del traje.Ender asintió con la cabeza.De repente, la pared que hab�a detr�s de el se hizo transparente.No era por lo tanto una pared, sino un campo de fuerza.La sala de batalla era diferente tambi�n.Enel aire estaban suspendidas enormes cajas marrones, obstruyendo parcialmente la visión.Luego�sos eran los obst�culos que los soldados llamaban estrellas.Parec�an estar distribuidas al azar.ABonzo parec�a no preocuparle dónde estaban.Aparentemente, los soldados ya sab�an cómodesenvolverse con las estrellas.Pero Ender, sentado observando la batalla desde el corredor, no tardó en darse cuenta de queno sab�an desenvolverse con las estrellas.No sab�an aterrizar con suavidad en una y utilizarla comocobertura, ni la t�ctica para asaltar la posición del enemigo en una estrella.No mostraron el m�sm�nimo conocimiento de qu� estrellas eran importantes.Se empe�aron en asaltar estrellas quepod�an haber pasado por alto desliz�ndose por las paredes hasta una posición m�s avanzada.El otro comandante se aprovechaba del error estrat�gico de Bonzo.La escuadra Cóndorobligaba a los Salamandras a emprender costosos asaltos.Cada vez hab�a menos Salamandras sincongelar para emprender el ataque a la siguiente estrella.Al cabo de cinco o seis minutos, estabaclaro que la escuadra Salamandra no podr�a derrotar al enemigo atac�ndole.Ender atravesó la puerta.Planeó ligeramente hacia abajo.Las salas de batalla en las que hab�ahecho pr�cticas siempre ten�an la puerta y el suelo al mismo nivel.En las batallas reales, sinembargo, la puerta estaba en el centro de la pared, a la misma distancia del suelo que del techo.De golpe, se sintió reorientado, como hab�a pasado en el transbordador.Lo que hab�a estadoabajo estaba ahora arriba, y ahora a un lado.En gravedad cero no hab�a razón para seguir orientadode la misma forma que en el corredor.Mirando a las puertas perfectamente cuadradas, eraimposible decir qu� dirección era antes arriba.Y no importaba.Porque ahora Ender hab�a dado conla orientación que ten�a sentido.La puerta del enemigo estaba abajo.El objeto del juego era caersobre la sede del enemigo.Ender realizó los movimientos que le orientaran en su nueva dirección.En vez de estartotalmente desplegado, presentando todo su cuerpo al enemigo, Ender iba ahora con las piernasapuntando hacia el enemigo.Era un blanco mucho m�s peque�o.Alguien lo vio.Al fin y al cabo, iba a la deriva en el espacio abierto.Instintivamente, levantólas piernas.En ese momento le irradiaron, y las perneras de su traje se congelaron en esa posición.Sus brazos segu�an descongelados, pues sin un impacto directo en el cuerpo sólo se congelaban losmiembros que hab�an sido acertados.Ender se dio cuenta de que si no hubiera presentado suspiernas al enemigo, le habr�an dado en el cuerpo.Habr�a quedado inmovilizado.Como Bonzo le hab�a ordenado no sacar el arma, Ender siguió a la deriva, sin mover lacabeza ni los brazos, como si le hubieran congelado tambi�n.El enemigo le ignoraba y concentrabael fuego en los soldados que estaban disparando.Era una batalla amarga.Inferior en n�mero ahora,53 Orson Scott Card El juego de Enderla escuadra Salamandra ced�a terreno poco a poco.La batalla se desintegró en una docena deenfrentamientos individuales.La disciplina de Bonzo daba ahora sus frutos, pues cada Salamandracongelado se llevaba por delante por lo menos un enemigo [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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